Diego Ri­ve­ra, un ícono del arte me­xi­cano del siglo XX, dejó una hue­lla¹ im­bo­rra­ble en la his­to­ria y la cul­tu­ra de Mé­xi­co. Su vida es­tu­vo mar­ca­da por una pa­sión ar­dien­te por el arte y un com­pro­mi­so in­que­bran­ta­ble² con su país y su gente.

Na­ci­do en 1886 en Gua­na­jua­to, Ri­ve­ra de­mos­tró su ta­len­to ar­tís­ti­co desde una edad tem­pra­na. A lo largo de su vida, de­sa­rro­lló un es­ti­lo dis­tin­ti­vo que com­bi­na­ba la tra­di­ción me­xi­ca­na con téc­ni­cas mo­der­nas. Sus mu­ra­les se con­vir­tie­ron en mo­nu­men­tos em­ble­má­ti­cos de la iden­ti­dad me­xi­ca­na.



El gran mu­ra­lis­ta creó el mural Sueño de una tarde do­mi­ni­cal en la Ala­me­da Cen­tral en 1947. Tiene un ta­ma­ño de 15,6 x 4,7 me­tros y se en­cuen­tra ac­tual­men­te en el Museo Mural Diego Ri­ve­ra en el cen­tro his­tó­ri­co de la Ciu­dad de Mé­xi­co. En el mural, más de cien per­so­nas cla­ves de 400 años de la His­to­ria de Mé­xi­co, desde la Con­quis­ta hasta la Mo­der­ni­da­dad, ca­mi­nan jun­tos por el par­que de la Ala­me­da Cen­tral.



En el cen­tro de la ima­gen des­ta­ca la Ca­tri­na, una fi­gu­ra crea­da en el año 1912 por el ca­ri­ca­tu­ris­ta José Gua­da­lu­pe Po­sa­da. Ori­gi­nal­men­te se lla­ma­ba La Ca­la­ve­ra Gar­ban­ce­ra. Las gar­ban­ce­ras eran aque­llas mu­je­res que ven­dían gar­ban­zo³ en lugar de maíz y apa­ren­ta­ban⁴ ser eu­ro­peas al ocul­tar su ori­gen in­dí­ge­na. La alu­sión⁵ del ar­tis­ta re­fie­re a aque­llos me­xi­ca­nos que aun­que eran po­bres, apa­ren­ta­ban ser parte de la aris­to­cra­cia. Diego Ri­ve­ra le bau­ti­zó La Ca­tri­na. “ca­trín” era una pa­la­bra usada para hom­bres ele­gan­tes y bien ves­ti­dos, a veces acom­pa­ña­dos por una dama bien ves­ti­da. Eran sím­bo­los de aris­tro­cra­cía.



Du­ran­te los go­bier­nos de Be­ni­to Juá­rez, Se­bas­tián Lerdo de Te­ja­da y Por­fi­rio Díaz se usa­ron las imá­ge­nes de es­que­le­tos y ca­la­ve­ras para cri­ti­car la si­tua­ción del país. Hoy en día, la Ca­tri­na es un sím­bo­lo im­por­tan­te tam­bién en la fes­ti­vi­dad del Día de los Muer­tos. A la de­re­cha de la Ca­tri­na se puede ver el crea­dor de la misma, a José Gu­da­lu­pe Po­sa­da, ves­ti­do con un traje negro y ele­gan­te. A la iz­quier­da de la fa­mo­sa ca­la­ve­ra, el pin­tor se per­pe­tuó⁵ con una ver­sión in­fan­til de sí mismo. De­trás de él se ve a su es­po­sa, la pin­to­ra Frida Kahlo. Frida Kahlo es una de las ar­tis­tas me­xi­ca­nas más fa­mo­sas del mundo. Las obras más co­no­ci­das de la ar­tis­ta son sus au­to­re­tra­tos.